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Celler Vall Llach
Celler Vall Llach se creó a principios de los años 90 por el cantautor Lluís Llach y el notario Enric Costa en Porrera, uno de los nueve pueblos que conforman la D.O.Q. Priorat.
La bodega trabaja una selección de fincas viejas extraordinarias, los llamados "Trossos", viñas de entre 60 y 90 años de edad de Cariñena y Garnacha. Esto es complementado con una cuidadosa compra de la uva de fincas escogidas por su calidad entre las más antiguas y famosas de los términos municipales de Porrera y Torroja.
Por otro lado, y con la finalidad de perfilar aún más la complejidad de sus vinos, Celler Vall Llach plantó a principios de los años 90 un conjunto de fincas con variedades que complementan a la Garnacha y a la Cariñena tradicionales de los "Trossos", principalmente con las variedades foráneas Merlot, Cabernet sauvignon y Syrah.
Los trossos de Vall Llach han sido elegidos por la magnífica antigüedad de sus cepas y están situados en unos parajes de condiciones ambientales, orográficas, de insolación y altura envidiables. Sus pendientes impresionan la mirada impidiendo todo tipo de trabajo mecanizado y obligando al ser humano a mantener con ellos una relación íntima y exclusiva.
Estas pendientes de pizarra, incapaces de conservar el agua de una pluviometría ya muy escasa, se adaptan a las condiciones de unas cepas centenarias soleadas obstinadamente por un clima seco y ardiente. Estos y otros motivos explican la concentración única de los granos de su uva.
Y por si fuera poco, Celler Vall Llach va más allá de su obstinación por la calidad rebajando la productividad de las viejas cepas, que difícilmente superan los 500 gramos, reduciéndola a unas cifras que se mueven entre 180 y 300 gramos.
Ubicada en la plaza más emblemática del pueblo, "La Final", define la mayor y más vieja construcción privada de Porrera dedicada desde siempre a la elaboración de vino. Aquí, Celler Vall Llach ha instalado todas las estructuras, materiales y maquinarias necesarias para la recepción y la elaboración de sus vinos.
Cal Valdrich es la bodega propiamente dicha, una vieja y noble casona reconstruida con sumo respeto a su historia y, al mismo tiempo, totalmente reestructurada para ponerla al servicio de un equilibrio ambiental, estético y climático inmejorable para el reposo y bienestar del vino en las botas. En este ámbito de extraños equilibrios, el único trastorno que se permite es el que se produce a la llegada, una vez al año, de las nuevas botas de roble dedicadas a la elaboración de sus vinos.